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domingo, 9 de diciembre de 2012

Wert, yo quiero la pública

 

 

José Ignacio Wert, Ministro de Cultura, Educación y Deportes del gobierno de Rajoy, y anteriormente uno de los cuatro ministros tertulianos del "Gato al agua",tertulia de "Intereconomia", es seguramente de las caras más conocidas del actual gobierno y sin duda el ministro altavoz de los sectores más rancios de esta España centralista, católica y apostólica que vive en el corazón del PP.

A lo largo de nuestra corta democracia no hemos sabido hacer "una escuela pública", eso si, hablar de ella lo hemos hecho sin parar, pero sin darle ni el valor ni los recursos que necesitaba. Me atrevería a decir que hemos hablado de educación pública, sin creer en ella, sin escuchar a los diferentes agentes sociales que han participado y participan de ella.

Los recursos en inversión pública para infraestructuras y profesionales, se veían y ven reducidos y divididos para continuar manteniendo la escuela concertada y la privada, algo que va en perjuicio de la escuela pública y de la apuesta de todo Estado moderno; hacer de ésta la forma de garantizar la cohesión social de todos y todas.

El anteproyecto de ley "Wert" ha sido realizada sin contar con ninguno de los agentes sociales, partidos e instituciones, a la hora de hacer su redactado. Una forma deliberada y abusiva de usar la mayoría absoluta que tienen y que conduce a la división y al enfrentamiento, además de repetir un error bastante recurrente en nuestra historia, hacer algo tan importante como ésto solos, lo que implicara que un día de estos, cuando el parlamento tenga otras mayorías, tengamos una nueva ley. Otra más.

Convierte la lengua en arma para la división, algo a lo que nos estamos acostumbrando, y en el mejor de los casos, se usa como una cortina de humo para tapar temas más importantes.

Toda ley debe dar solución a un problema, o al menos esa es la idea. En este caso, uno de los problemas que busca solucionar Wert y los suyos, es el poder continuar subvencionando sin problemas las escuelas que segregan a los alumnos por sexos. Un problema mayúsculo para ciertos sectores de la sociedad y de la iglesia.

Otra forma de segregación y exclusión, algo que rompe con los objetivos que debe tener la educación pública, es la posibilidad de especialización de los centros por tipología de alumnado, siendo los centros que mejores resultados académicos obtengan los que terminarán recibiendo más recursos, lo que provocará una competición entre centros por los mejores alumnos y alumnas, siendo los peor valorados y por lo tanto peor dotados guetos públicos. Tenemos el ejemplo de EEUU, que manía la nuestra de copiar siempre lo malo, ¿no tenemos otros ejemplos mejores?

Seguramente me he dejado muchas cosas de esta propuesta de reforma sin citar, pero tiempo tendremos. Lo que si tengo claro es que lo que se conseguirá con esta reforma es el deterioro de la escuela pública, que esta reforma es de un calado ideológico que va más allá de la división izquierda derecha.

Significa aumentar la fractura social, que sólamente aquellos que tengan recursos podrán ofrecer a sus hijos una educación no sólo para que les prepare para salir al mundo laboral, algo que puede ser importante pero no debe ser único, la educación, la buena educación debe servir para formar ciudadanos y ciudadanas, con capacidad de análisis crítico, que sepan de historia, de filosofía, de arte, de letras y números, que cultiven, en definitiva, su cuerpo y su mente.

 

 

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